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VIAJE DE REGRESO DE PIZARRO A QUITO.

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REGRESA GONZALO PIZARRO A QUITO CUANDO SE LE EVADE ORELLANA CON EL BARCO.

Aparte de lo expuesto, miren que contundente es la ruta del regreso de Pizarro y resto de la expedición a Quito, después de esperar un mes la comida que supuestamente le traería Orellana.

El relato de Cieza sobre este regreso de Pizarro a Quito que vamos a ver,
nos dice claramente que se encontraba sobre el Putumayo esta expedición y lo acertado de esta versión.

Lo establecido en la Historia que nos han enseñado, es que Pizarro construye el barco en el río Coca, que el caudaloso río de las yucas es el Napo y por él regresa la expedición a Quito.

Lo establecido por los Historiadores respecto a la ruta de regreso vía Napo, no se puede sustentar, se desvirtúa en este siglo con los mapas y fotografía satélite que permiten seguir la crónica sin error.

Desafortunadamente para la Historia continúan asentadas estas palabras del Señor Obispo de Quito de finales del siglo XIX. No se compadece su versión con las distancias,
ya en su tiempo debía de ser muy claro para él, a cuantos kilómetros o leguas queda el río Napo de Quito, pero no puede hacer más para sustentarse que redoblar las cifras, que estaban ya bastante alteradas:

Don Federico González Suárez Capítulo séptimo.- Expedición de Gonzalo Pizarro a las regiones del Oriente:

...El primero de los comisionados volvió sin haber encontrado huella alguna de Orellana; el segundo, que partió poco después, conoció por los desmontes que aquel Capitán con sus compañeros había seguido aguas abajo; pero fue más feliz en su comisión porque encontró abundantes y extensos yucales abandonados, se proveyó de comida y volvió a dar a Gonzalo noticia del hallazgo..

..Nuevos y más terribles trabajos se vieron obligados a padecer Gonzalo y sus compañeros mientras bajaban por las selvas de las márgenes del Napo; y su admiración subió de punto cuando un día se les presentó el buen Sánchez de Vargas (Ver Menú El Dorado, artículo: La búsqueda) y les refirió cuanto había pasado con el capitán Francisco de Orellana. Estaban en la embocadura del Coca con el Napo, a cuatrocientas leguas de distancia de Quito..

quito_napo
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Son solo 275 Kilómetros saliendo de Quito siguiendo todo el río Coca hasta la boca en el río Napo y equivalen a 68.75 leguas.

Veamos como se desenvuelve y desbarata esta versión de la ruta de regreso a Quito.

¿DONDE ESTUVO PIZARRO?, EL MISMO LO DIJO Y LAS TRIBUS QUE ENCUENTRA NOS EVIDENCIAN EL LUGAR SIN DEJAR DUDAS DE LA RUTA:

Los siguientes apartes de Gonzalo Pizarro pertenecen a la carta que este manda al Rey de España fechada 3 de septiembre de 1542 y pueden verla en la Biblioteca virtual Cervantes, en el último artículo del libro Historiadores y Cronistas de las misiones, selecciones de Donoso.

El fragmento del mapa de 1900 de Delisle nos muestran a las tribus Omagua que Pizarro encontró entre el río Putumayo y Caquetá. Y al Napo y sus afluentes como nacimiento del Amazonas según lo establecido para su tiempo.

En este fragmento de Delisle me he permitido poner unos flechas rojas para señalar los nombres de los ríos que importan a esta denuncia.

También se nota en ellos las tribus del "Napo-Amazonas" y prueba que no habían familias Agua ni Omagua en sus cercanías, estas tribus como ya he dicho en otro lugar y sobre todo las que estaban establecidas en el Amazonas solo empezaban a partir de las primeras islas que se encuentran en el trapecio colombiano, antes de la desembocadura del Putumayo muy bien colocadas en el mapa de Delisle.

Entrada particular al Mapa de Delisle- purl.pt/867/2/, el Link a esta Biblioteca de Portugal, lo encuentran en el Menú Bibliografía, sección: Bibliografía Digital.

delisle
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Relación de Gonzalo Pizarro, al Rey de España.

Desde la ciudad de Quito escribí a V. M. haciéndole saber cómo yo había venido a ella a tenerla en gobernación por V. M., porque el Marqués, mi hermano, ya difunto, por virtud del poder y facultad que de V. M. tuvo, renunció en mí la gobernación de Quito y la Culata y Puerto Viejo, como más largamente a V. M. he hecho saber; y así mismo hice saber a V. M. cómo por las grandes noticias que en Quito y fuera de él yo tuve, así por caciques principales y muy antiguos como por españoles, que confirmaban, ser la provincia de la Canela y Laguna del Dorado, tierra muy poblada y muy rica, por cuya causa yo me determiné de irla a conquistar y descubrir y por servir a V. M. y por ensancharle y aumentar sus reinos y patrimonio real, y porque me certificaron que de estas provincias se habrían grandes tesoros de donde V. M. fuese servido y socorrido para los grandes gastos que de cada día a V. M. se le ofrecen cada día en sus reinos; y con este celo y voluntad gasté más de cincuenta mil castellanos, por los cuales o la mayor parte de ellos estoy empeñado, que hice de gastos en socorros de la gente que llevé de pie y de caballo.

Y el suceso de lo que en la jornada pasó, es que yo entré con más de doscientos hombres de pie y de caballo, con otros muchos aderezos y municiones de armas convenientes a tal jornada, dejando ante todas las cosas el recaudo y personas convenientes a la buena gobernación de las ciudades y villa y al servicio de V. M.; y apartándonos de la ciudad siete leguas, dimos en montañas muy ásperas y grandes sierras de donde nos fue forzado abrir camino de nuevo, así para la gente como para los caballos, y fuimos siguiendo el viaje hasta llegar a la provincia de Zumaco, que habrá bien sesenta leguas, donde se tenía noticia que era gran población, sin poder andar a caballo, y allí senté el real para reformar, así a los españoles como a los caballos, que iban todos muy fatigados de los grandes trabajos que habían pasado de subir y bajar las grandes sierras y de las muchas puentes que se habían hecho para pasar los ríos. Y aquí hallé la tierra abundante de comida, aunque las moradas de los indios estaban apartadas unas de otras y en las laderas de la sierra, la cual es inhabitable por razón de las muchas aguas y ciénagas y sierras que en ella hay, e hice traer todo el bastimento que pude.

Y como las aguas cargaban, procuré de me informar a qué parte era la tierra de la Canela, de algunos indios que yo había hecho tomar de los naturales, los cuales dijeron que sabían a dónde estaba la tierra de la Canela; y como fuese cosa de que tanta noticia se tenía y por tan rica tierra era habida, porque V. M. mejor y más cierto fuese informado de la verdad, determiné de ir en persona a la ver con ochenta soldados a pie, sin llevar caballo ninguno, porque la disposición y aspereza de la tierra no daba lugar a ello. Y así yo anduve en busca de los árboles de la canela y provincia donde estaba, bien más de setenta días, en lo cual pasamos grandes trabajos y hambres por razón de la aspereza de la tierra y variación de los guías, del cual trabajo murieron algunos españoles, por razón de las grandes aguas y hambres que pasamos; y al cabo de este tiempo hallamos los árboles que llevan la canela, que son unos capullos, la muestra de la cual envió a V. M.; y la hoja tiene el mismo gusto, y la corteza ni lo demás no tiene gusto ninguno; los cuales estaban en unas montañas muy ásperas, despobladas e inhabitables; y unos árboles eran pequeños y otros algo más gruesos, y estaban apartados unos de otros mucho trecho. Es tierra y fruto de que V. M. no puede ser de ello servido ni aprovechado, porque es poca cantidad y de menos provecho.

Desde allí salí a otra provincia que se dice Capua, (El río Cofanes-Aguarico)y de allí envié por el real y fui prosiguiendo la vía que los guías decían donde era la buena tierra, y todo siempre por montañas y sierras y haciendo camino de nuevo, y llegué a otra provincia que se dice Guema, adonde hallé obra de dos leguas de sabana en largo y un cuarto en ancho de tierra llana; (ver ruta con mapas) y aquí procuré de tomar indios naturales, y tomados, con ellos atraje de paz al cacique y señor de esta provincia; al cual, interrogándole por la tierra adentro, fui de él informado que más abajo era la buena tierra, y estaba muy poblada de gente, y andaba vestida porque la que hasta aquí había topado toda andaba desnuda.

Y por la noticia que de este cacique tuve, envié a D. Antonio de Ribera, Maestro de Campo, con cincuenta hombres a verlo y hacer el camino por donde el real pudiese pasar; el cual estuvo en ir y venir quince días y trajo relación de que había hallado un río muy grande (El río Caquetá), que junto a la lengua del agua había casas, y que en el río había visto muchos indios vestidos que andaban en canoas, y que le parecía que aquella provincia estaba muy poblada, porque andaban los indios que había visto vestidos y bien tratados. Y luego, como vino con esta relación, me partí y llegué a esta provincia, que se llama Omagua, pasando grandes ciénagas y muchos esteros..

herman_moll_1706
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Continúa Pizarro:

..Llegado allí, procuré de atraer de paz los caciques de ella, que andaban alterados y en el agua con sus canoas; y desde el agua contraté con ellos y vinieron de paz. Y teniéndolos así de paz, se alteraron de tal manera que se huyeron los más de ellos, usando de cautelas y malas mañas que los indios siempre tienen; y no lo pudieron hacer tan a su salvo, que no quedase el cacique y algunos principales, por el buen recaudo que yo en ellos tenía. Y aquí procuré de tomarles algunas canoas, como las tomé, que fueron quince, y porque los indios de esta provincia se tratan y contratan por el agua en sus canoas, porque la tierra adentro no se puede andar, porque es todo ciénegas y mucha agua y todos tienen sus viviendas y casas junto a la lengua del agua. Y así, en las canoas que yo tomé pasábamos el río a buscar comida, no embargante que no éramos parte para osarnos desmandar por el agua, porque había en el río muchas veces ciento y ciento y cincuenta canoas, toda gente de guerra; y son tan diestros en el andar de estas canoas y en el gobernallas, que a esta causa nadie es parte para les hacer mal ni poder conquistar.

Y viendo la disposición de la tierra y la aspereza de las montañas (Selva)
, y como por la noticia que tenía de la tierra adentro habíamos de ir el río abajo, lo cual no se podía ir sino abriendo camino de nuevo, y por llevar la gente segura y más guardada, y porque los indios desde el agua no hiciesen mal a la gente del real, me convino hacer un bergantín, para que amparase y acompañase a las canoas que yo había tomado, y porque teníamos necesidad de buscar comida para el real y pasar el río de la una parte a la otra para buscarla, y sin este bergantín y canoas no se podía sustentar la gente del real, así de comida como para llevar las armas y munición de los arcabuces y ballestas y de las otras cosas necesarias al real, y para llevar los dolientes y el herraje para los caballos y barras y azadones y otras cosas necesarias, porque ya se nos había muerto lo más del servicio que llevábamos, porque esta tierra es caliente; lo cual todo hice con intención, si no topásemos buena tierra donde poblar, de no parar hasta salir a la mar del Norte. Y yendo caminando el río abajo la vía que los guías decían, estando setenta leguas de esta provincia, (Las leguas denunciadas por Pizarro están dobladas, ver La ruta con Google Earth donde se aclara la conversión y el doblaje de estas cuentas), tuve nueva de los guías que llevaba cómo había un despoblado grande en el cual no había comida ninguna: y sabido esto, hice parar el real y abastecernos de comida toda la que se pudo haber: y estándose así la gente proveyendo de comida, vino a mí el capitán Francisco de Orellana y me dijo cómo las guías que yo en su poder tenía puestas por mejor guarda y porque los hablase y de ellos se informase de la tierra adentro, por estar desocupado, porque yo entendía en las cosas de guerra; y me dijo que las guías decían que el despoblado era grande y que no había comida ninguna hasta donde se juntaba otro río grande (El río San Miguel) con éste por donde caminábamos, y que allí una jornada el río arriba había mucha comida, de las cuales guías yo me torné a informar y me dijeron lo que habían dicho al capitán Orellana: y el capitán Orellana me dijo que por servir a V. M. y por amor de mí, que él quería tomar trabajo de ir a buscar la comida donde los indios decían, porque él estaba cierto que allí la habría; y que dándole el bergantín y las canoas armadas de sesenta hombres, que él iría a buscar la comida y la traería para socorro del real, y que como yo caminase hacia abajo y él viniese con la comida, que el socorro sería breve y dentro de diez o doce días tornaría a el real.
Y confiado que el capitán Orellana lo haría así como lo decía, porque él era mi Teniente, dije que holgaba que fuese por la comida, y que mirase que viniese dentro de los doce días y por ninguna manera no pasase de las juntas de los ríos, sino que trajese la comida y no curase de más, pues llevaba gente para hacerlo así, y él me dijo que por ninguna manera él había de pasar de lo que yo le decía, y que él vernía con la comida en el término que había dicho. Y con esta confianza que de él tuve le di el bergantín y canoas y los sesenta hombres, porque había nueva que andaban muchos indios en canoas por el río: diciéndole asimismo, que los guías habían dicho que en el principio del despoblado había dos ríos muy grandes, que no se podían hacer puentes, que dejase allí cuatro o cinco canoas para pasar el real; y me prometió de hacerlo así, y así se partió...

Y no mirando a lo que debía al servicio de V. M. y a lo que debía de hacer como por mí le había sido dicho, como su Capitán, y al bien del real y jornada, en lugar de traer la comida, se fue por el río sin dejar ningún proveimiento, dejando tan solamente las señales y cortaduras de cómo habían saltado en tierra y estado en las juntas y en otras partes, sin haber parecido ni nueva de él hasta ahora, usando con todo el real de la mayor crueldad que infieles ningunos usaran, viéndole quedar tan desprovisto de comida y metido en tan gran despoblado y entre tan grandes ríos, llevando todos los arcabuces y ballestas y municiones y herrajes de todo el real, y con gran trabajo llegó el real a las juntas donde me había de esperar. Y llegados, como la gente del real viese las juntas y no ser socorridos de la comida, porque se había ido y no había manera de hallar ninguna comida, se puso en gran desmayo, porque había muchos días que todo el real no comía sino cogollos de bihaos y algunos cuescos que hallaba por el suelo que caían de los árboles, con todos los géneros de salvajinas ponzoñosas que podían hallar, porque se habían comido en este despoblado más de mil perros y más de cien caballos, sin otro género de comida alguna, a causa de lo cual mucha gente del real habían adolecido y estaban unos flacos y otros se murieron de hambre, no estando para poder pasar adelante.

Y por mí visto cómo Orellana era ido y alzado, procuré buscar la comida y envié personas así por la tierra como por el agua en cinco canoas que milagrosamente yo tomé a los indios con mi persona, las cuales canoas fueron parte para salvarnos las vidas en pasarnos los grandes ríos que hallamos; las cuales personas que yo así había enviado a buscar la comida, vinieron sin traer nueva alguna de comida a cabo de seis días, de cuya causa el real se puso en mayor necesidad. Y por mí visto la falta de comida y gran desmayo que el real tenía tomé las canoas y siete u ocho compañeros, y me metí por el río abajo con determinación de no parar hasta hallar comida, para con ella socorrer el real; y fue Dios servido que el día que me partí llegué a las juntas de los ríos donde Orellana había de estar y no pasar adelante, y fui por el río arriba donde tenía noticia de la comida, la cual hallé en cantidad y con estas nuevas volví al real, al cual hallé con voluntad y disposición de no poder pasar adelante, así por la falta de comida, como por la falta de los muchos caballos que se habían comido y por haberse llevado Orellana las armas del real y bergantín y canoas, con lo cual atravesábamos el río de la una parte a la otra a buscar comida, porque sin el bergantín y canoas no éramos parte para ninguna cosa; y todos determinaron a decirme que antes querían morir allí que pasar adelante.

Y vista la indisposición de la gente y la falta de los caballos y de armas y de las demás cosas que Orellana había llevado, vi que no era parte para pasar adelante, y también por el gran despoblado que el río abajo teníamos por pasar, y así determiné pasar el real el río grande en las canoas, en el cual pasaje se pasó mucho trabajo y pérdida de caballos por la grandeza del río y hondura del agua, que tardamos en pasarle ocho días. Y pasado el real, caminando una jornada por el río arriba de las juntas donde se halló la comida que yo había descubierto, y donde era la noticia que Orellana la había de hallar, a donde los del real y caballos que habían quedado nos reformamos en alguna manera y nos proveímos de comida para otro despoblado, ....y muchos días hubo que caminábamos el agua a la rodilla y a muchos cabos a la cinta, y más arriba... Y con gran trabajo y pérdida de todo cuanto llevábamos, subimos a tierra de Quito con tan solamente nuestras espadas y sendos bordones en las manos, y siempre abriendo camino.Y hasta adonde di la vuelta habría más de doscientas y setenta leguas(Ver: Ruta con Google Earth de este menú),y mucho más camino por donde volvimos, en la cual vuelta asimismo se murieron algunos españoles....

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CONFIRMADA LA LOCALIZACIÓN DE LOS OMAGUA UN SIGLO DESPUES DE PIZARRO..

Traslado a ustedes en original la edición del padre Cristóbal de Acuña de 1634 en lo tocante al río Putumayo, relacionando el mismo padre las tribus del Napo donde ni por asomo presenta familias Agua o Omagua.

En 1647 Laureano de la Cruz, informa que la primera aldea Omagua, llamada Piramota sobre el río Amazonas fue encontrada por él en una isla, 70 leguas ( 280 kilómetros) debajo de la desembocadura del Napo de esa isla a la desembocadura del Ica el cronista dice hay 100 leguas más, exactas cifras a lo que corresponde con la primera isla de tamaño habitable en el Amazonas, pueden con Google hacer las cuentas

Remontando el río San Miguel si concuerda la distancia, la crónica y la lógica.

Hoy que la geografía nos está permitida a todos sin distingos, podemos desbaratar tanta palabra escrita. Puedo decir con un poco de descomedimiento lo que me enseño mi abuelo: Que las palabras son hembras y los hechos son machos y estos son la topografía y lo que relataron lo dicho por los que la caminaron en su momento y con más razón, lo que escribieron directamente los propios protagonistas. Que: .

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Dejaron muy claro que la ruta de regreso, sí fue, por el río San Miguel.

La distancia de 196 kilómetros por el río San Miguel, al río Bermeja que marca el puntero, nos da una asombrosa y espectacular cifra concordante con las 96 leguas que transcribe Cieza. él no tiene de estos lugares referencia alguna para corregir los datos que ordenó doblar Pizarro y se ciñe a las cifras oficiales que brindó la expedición, pero si es de notar como Cieza da la cifra exacta y real de 30 leguas a Zumaco contradiciendo de lleno las 60 que denuncia Pizarro.

Después de recorrer 192 kilómetros por el RÏO SAN MIGUEL se encuentran con el río BERMEJA, que podemos identificar como el río de las canoas. Remontan este río y llegan al río COFANES Y PUEBLO DE COCA.

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Repasemos con cuidado a Cieza, en su obra, la Guerra de Chupas

......Delante del Real iban españoles abriendo el camino por aquellos montes con machetes e hachas...antes a los enfermos llevaban en los caballos como dijimos; e anduvieron el río arriba cuarenta leguas, e siempre hallaron de aquella yuca que comían ..... de haber andado estas cuarenta leguas, allegaron adonde estaba una pequeña población, ..De allí salieron e anduvieron ocho jornadas, descubriendo lo que había río arriba, e hallaban siempre poblado agradamente como el que habían pasado, y después que hubieron andado estos días no hallaron más poblado ni camino para ir a ninguna parte, porque la contratación de los indios es por el río en sus canoas, e por señas les decían cómo no había adelante más poblado ninguno, ni hallarían bastimento.. e anduvieron cincuenta y seis leguas, él por tierra e Gonzalo Díaz por el río, que no hallaron ningún poblado ni comían otra cosa que la yuca que habían sacado,..Gonzalo Díaz iba por el río,... pues no hallaban ninguna tierra que fuese poblada; e un día, a hora de completas, hallaron una corriente muy grande que no la podían pasar, y saltaron en tierra, y en un tronco de un árbol que allí había traído el río, se sentaron pensando … y vio por un torno o vuelta que hacía el río, cerca de allí, asomar una canoa, e desde a un poquito parecieron otras catorce o quince, y en cada una venían ocho o nueve indios con sus armas e paveses.... Luego, aquella noche, fueron por el río caminando, e ya que amanecía el día se mostró muy claro, y hacia la parte del mediodía, tendiendo los ojos vieron unas altas e grandes sierras, e de verlas, se holgaran mucho porque creyeron que era la cordillera de Quito, o la que está junto a las ciudades de Popayán o Cali, e que como los españoles no fuesen perdidos, que Dios Nuestro Señor les sacaría a tierra de cristianos; e hallaron en un raudal del río piedras que nunca en más de trescientas leguas que habían andado, no habían topado ninguna. (Muy importante dato para los Historiadores futuros, el Coca según imágenes de la red tiene piedras, el Putumayo no y del San Miguel no he podido encontrar nada, seria interesante constatar este punto, si alguien puede ayudar a desentrañar este aparte de la historia, sería estupendo, continuemos con el escrito) .......mandó Gonzalo Pizarro a Juan de Acosta que, con algunos españoles, fuese con la mayor brevedad que pudiese a donde los indios decían que estaba el pueblo. Juan de Acosta, con hasta diez y ocho españoles, se partió luego, llevando sus espadas y rodelas; y después de haber andado un buen rato, hallaron en un cerro alto el pueblo que buscaban,.....

....
y como conociesen en la parte donde estaban y como había tan gran despoblado, mucho se afligían los fatigados hombres pues tantos trabajos y necesidades por ellas habían pasado y maldecían su ventura pues tan siniestra les había sido; y, al fin, conformándose con su calamidad, se apercibieron los que quedaron vivos para pasar aquel trago infernal, llevando como mejor podían algunos españoles que había enfermos en los caballos que les habían quedado.

Y así iban por aquellos despoblados comiéndolos, sin dejar ninguno, ni perro, ni cuero de silla, ni otra cosa que con sus dientes ellos pudieran despedazar; y después de haber pasado infinitas fatigas y trabajos, que mayores que ellos que en pocos o ningún descubrimiento han pasado,
allegaron al pueblo de la Coca, por donde primero había entrado, a pie, descalzos y transfigurados..

Es suficientemente claro que no pudo Pizarro estar en el río Coca al inicio de su expedición, bajar por ese río, construir en él un barco donde se va Orellana y terminar en el mismo punto, teniendo que seguir el curso del Napo al Sur.

Recordemos los pasos: 1- Sale de Quito Navidad de 1539 --- 2- Encuentra la canela--- 3- Sigue caminando, después de un tiempo no establecido decide regresar--- 4- Sobre un río con caudal suficiente construye un barco en diciembre de 1541, ya tenían dos años de caminar.--- 5- Se va Orellana y no regresa--- 6- sigue por el río hasta encontrar otro más caudaloso y encuentra señas de Orellana--- 7- Decide dar por terminada la expedición, sube por ese río 40 leguas, hace 56 leguas más hasta divisar la cordillera y sale al pueblo de Coca, y de hay, a Quito.

El único río que entra en el Putumayo con dimensión y caudal importante es el río San Miguel, frontera entre Ecuador y Colombia

En su boca, con muchos kilómetros recorridos, el San Miguel es un río poderoso como el Putumayo, o más, este solo tiene dos tributarios antes del San Miguel, que son: San Francisco y Guames, ratificando lo manifestado por Cieza respecto al tamaño de los ríos.

Ya estuvo aclarado que los pasos de la cordillera son muy pocos y los tienen marcados en las actuales carreteras que están en rojo en el siguiente fragmento del mapa de Ecuador, si Pizarro se devuelve por el Napo tuvo que llegar necesariamente a un punto cercano a Tena y subir por el cañón entre la cordillera y carretera al paso de Papallacta o actual Baeza y de ninguna manera pudo llegar al pueblo de Coca, pues, este se encontraba arriba del volcán Reventado, muy arriba de esta única y permitida vía por la naturaleza. Juzguen ustedes.

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