EL RÍO INCREÍBLE.
QUE CONFUNDIÓ LA RUTA.
Con el capítulo II del Orinoco ilustrado del Padre José Gumilla podemos entender por qué se causó la confusión entre Orinoco y Amazonas y se trastocó la ruta de los marañones, pues aunque la salida de Aguirre por el Orinoco se insinuara en esos tiempos, la comunicación de los ríos se tenía por imposible y tampoco es extraña esta apreciación, pues, ese paso es una maravilla y excepción única de la naturaleza.
Esas controversias, por lo demás fuertes, eran causa del descrédito a quienes enarbolaban la muy tímida bandera de Amazonas y Orinoco como ruta de Aguirre, lo que aconteció a Herrera, Simón, Acuña, etc. y así se quedó el asunto.
Padre Cristóbal de Acuña 1639
Tratase en especial de las cosas del río y de sus entradas , XL ...No trato aquí de la principal entrada deste río por el mar océano en las costas del gran Pará; que esta, haya muchos tiempos, que como conocida, y que cae dejaxo de la línea equinoccial en los últimos finales del Brasil; es cursada, y sabida de todos los que quieren navegar aquellas partes. Ni tampoco hago mención de propósito, de la por donde el tirano Lope de Aguirre salió en frente de la Trinidad, por ser esta transversal y que derechamente no se entra por ella a este río, sino que teniendo a otros por madre principal, de lance en lance, se viene a dar en brazos, que de el derivan su origen...
Refutaciones como esta de Gumilla hizo que el tema fuera tabú para historiadores posteriores, aun después de certificarse la existencia del Brazo Casiquiare
..Gumilla....ni yo, ni Misionero alguno de los que continuamente navegan costeando el Orinoco, hemos visto entrar ni salir al tal río Negro. Digo ni entrar ni salir, porque supuesta la dicha unión de ríos, restaba por averiguar de los dos, quién daba de beber á quien; pero la grande y dilatada cordillera que media entre Marañón y Orinoco, excusa á los ríos de este cumplimiento, y á nosotros de esta duda. Fuera de que, aunque la cuidadosa observación del Padre Samuél Fritz en su Plan del grande río Marañón demarca la cabecera del río Negro casi en cinco grados de latitud, no se atreve á unirlo con el río Orinoco; ni pudiera, sin romper una elevada Serranía, para dar paso al Orinoco hacia Marañón, ó al Marañón hacia el Orinoco....
......Fuera de que el mismo Fray Pedro Simón se hace cargo de que otros juzgaban, que el Marañón entraba en el Mar mas al Este, como realmente sucede; y sin dar prueba alguna, añade una noticia curiosa, diciendo: Que ni éste ni el otro río se llamaron Marañón, hasta que el Tirano Lope Aguirre les puso el nombre con sus marañas. Y concluye su capítulo, dexándolo todo en la misma duda en que lo halló, diciendo: Que sea ó no sea Marañón el río Orinoco, así lo llamará cuando ocurra hablar de él. De esta confusión nació después el afirmar contra lo que después ha mostrado la experiencia, que el río Negro iba ó venia (venciendo imposibles) y unía á los dos famosos ríos; con lo cual quedó compuesto (pero no averiguado) que el Tirano Aguirre navegó parte del río Marañón; y después por el ideado paso del río Negro se traspasó al río del Orinoco, por cuyas bocas salió al mar del Norte..
Pero oigamos ya lo que el Padre Acuña de la Compañía de Jesús nos certifica en el Memorial que presentó al Rey nuestro Señor, de todo lo que exactamente observó en la exploración del Marañón por orden de la Real Audiencia de Quito: habla del río Negro, que en el margen le llama el Felipe, río treinta y cinco; y dice: Que un brazo del río Negro se va y entra en el río que llaman Mar dulce, que según su parecer es la boca grande del Marañón, llamada río de Felipe. Y luego añade el Padre Acuña: Y lo que puedo asegurar es, que el tal río de Felipe en ninguna manera es Orinoco; cuya boca principal cae enfrente de la Isla de la Trinidad, cien leguas (diga trescientas) mas abaxo del río de Felipe; (nota) por el cual salió al mar del Norte Lope de Aguirre. Palabras son éstas, que á fuer de clarísima luz no dan lugar á la menor sombra de duda en esta controversia.
Y si alguno replicare que el tal brazo del río Negro entra en el río que llaman Mar dulce, según el Padre Acuña: como quiera que el Almirante Colón y Herrera llamen Mar dulce al Golfo triste que se forma de Orinoco, y desemboca furiosamente por los Dragos, se infiere que Aguirre salió por el Orinoco al mar; pero á la verdad no se infiere tal cosa: lo primero, porque ya añade allí el Padre Acuña, que no es sitio la boca grande del Marañón, llamada río de Felipe. Y yo añado lo segundo con Herrera y otros, que como Orinoco forma el Mar dulce, que Colón llamó Golfo Triste, también el Marañón, que es mayor que Orinoco, forma otro Mar dulce, que desde que se dobla el Cabo del Norte, ocupa una grande ensenada; en cuyo centro entra la boca grande del Marañón, llamada río de Felipe.
Y así quede fijo, que ni del río Marañón, Orellana, Amazonas, Apurímac que es un solo río con muchos nombres: ni del río Negro entra, ni hay paso por donde pueda entrar parte de sus raudales en el río Orinoco; y á no ser constante, lo hubiera visto y notado el Padre Samuel Fritz en su exactísimo Plan del Marañón: y yo, que de hecho busqué y averigüé sus corrientes con deseo de hallar la verdad, si hubiera hallado tal unión de uno con otro río, la hubiera expresado en mi Plan del Orinoco, y la defendiera en este capítulo.
Veamos lo que le responde a Gumilla sobre esta comunicación:
La Condamine año 1744, Comunicación del Orinoco con el Amazonas..... No enumeraré las diferentes pruebas de esta comunicación, que recogí cuidadosamente durante mi ruta; la más decisiva era hasta entonces el testimonio, nada sospechoso, de un indio de las misiones españolas de las orillas del Orinoco, con quien yo hablé, y que había venido en canoa desde su pueblo hasta Pará.
Todas estas pruebas resultan desde hoy en adelante inútiles y se rinden ante la última. Acabo de saber, por una carta escrita desde Pará por el R. P. Juan Ferreira, rector del Colegio de Jesuitas, que los portugueses del campamento volante del río Negro el año último de 1744, navegando de río en río salieron al encuentro del superior de los jesuitas de las misiones españolas de las orillas del Orinoco, con el cual volvieron los portugueses, por el mismo camino y sin desembarcar, hasta su campamento del río Negro, que pone en comunicación el Orinoco con el Amazonas.
El hecho no puede hoy ya ser puesto en duda; es en vano que para añadir a la cuestión alguna incertidumbre se invoque la autoridad del autor de la obra reciente El Orinoco ilustrado, quien, después de haber estado mucho tiempo en las orillas del Orinoco, sostenía aún en 1741 que esta comunicación era imposible.
Ignoraba entonces, sin duda, que las cartas que él mismo dirigía al comandante portugués y al timosnero de la tropa de rescate iban desde su misión del Orinoco por esta misma ruta, reputada imaginaria, hasta Pará, en donde las he visto, originales, en poder del gobernador; pero el autor de El Orinoco ilustrado está hoy plenamente desengañado en este respecto, según he sabido por M. Bouguer, quien le vió el año pasado en Cartagena de Indias.
La comunicación del Orinoco y del Amazonas, recientemente averiguada, puede pasar, por lo tanto, por un descubrimiento en geografía, porque aunque la unión de estos dos ríos esté marcada exactamente en los mapas antiguos, todos los geógrafos modernos la suprimieron en los nuevos, como si se hubiesen puesto de acuerdo y se tratara de una cosa quimérica para los que parece ser que debían ser lo mejor informados de su realidad. Probablemente no es la primera vez que apariencias y conjeturas plausibles, apoyadas en hechos atestiguados por las relaciones de viaje, el espíritu de crítica, llevado demasiado lejos, las ha negado decisivamente, cuando, si acaso, lo más que podía hacerse era dudar de ellas.
Pero ¿cómo se comunica el Orinoco con el Amazonas? únicamente un mapa detallado del río Negro, que aparecerá cuando bien le parezca a la corona de Portugal, podría Sacarnos de dudas. Mientras se publica, he aquí la idea que yo tengo formada, comprando las diversas noticias recogidas durante el transcurso de mi viaje con todas las relaciones, memorias y mapas, tanto impresos como manuscritos, que he podido descubrir y consultar, lo mismo sobre el terreno que después de mi regreso, y, sobre todo, con los croquis de mapas que frecuentemente trazamos mi compañero de viaje y yo, viendo nosotros mismos las cosas o escuchando el relato de los misioneros y de los navegantes más inteligentes entre los que han remontado o descendido por el Amazonas y el río Negro....
Después de esta aclaración La Condamine continúa describiendo al río de la comunicación que se tenía ya establecido en su tiempo:
...El Caquetá, fuente común del Orinoco, del río Negro y del Yupura. De todas estas noticias, combinadas y esclarecidas unas por otras, resulta que el pueblecito indio de Caquetá, en la provincia de Mocoa al oriente de la de Pasto, a un grado de latitud norte, da su nombre a un río en cuyas orillas está situado. Más abajo este río se divide en tres brazos, de los que uno corre hacia el nordeste, y es el famoso Orinoco, que desemboca enfrente de la isla de la Trinidad; otro sigue su curso hacia el este, desviándose algo hacia el sur, y más abajo le llaman los portugueses río Negro; y el otro, mucho más desviado hacia el sur, es el Yupura, del cual se ha hablado ya tantas veces y que, según se ha dicho en lugar oportuno, se subdivide en otros muchos. Falta saber si se separa del tronco principal más arriba que los otros dos antedichos o si es una rama del segundo brazo, al que llaman río Negro; sobre esto no puedo fundarme sino en conjeturas, aunque, por muchas razones, me inclino a creer que lo primero es lo más verosímil. Sea como quiera, lo cierto es que una vez reconocido el Yupura como una rama del Caquetá, cuyo nombre se ignora en las orillas del Amazonas, todo lo que dice el P. Acuña del Caquetá y del Yupura resulta fácilmente comprensible y perfectamente conciliable. Sabido es que la variedad de nombres aplicados a idénticos lugares, y particularmente a los mismos ríos, por los diferentes pueblos que habitan en sus riberas ha sido siempre el escollo en que tropiezan los geógrafos.
Es importante para rematar con estas diferencias es mirar las bocas de los ríos Amazonas y Orinoco, que sí se conocían ampliamente en esos tiempos, lo mismo que una opción más sobre de donde proviene el famoso nombre de Marañón.
En el cierre de su informe sobre el descubrimiento del río Amazonas, que fue llamado río De la Trinidad, dice FR. Gaspar de Carvajal, veinte años antes de que se hiciera famoso este nombre de Marañón:
...." De esta isla acordó el Capitán de ir a dar Cuenta a su Majestad de este nuevo y gran descubrimiento y de este río, el cual tenemos que es Marañón, porque hay desde la boca a la isla de Cubagua cuatrocientas cincuenta leguas de altura, porque así lo hemos visto desde que llegamos. En toda la costa, aunque hay muchos ríos, son pequeños..
Dice simón de este nombre:
Con que dio fin a su plática y se tituló de general; aunque otros quieren decir que no se intituló sino fuerte caudillo y a sus soldados "los marañones", nombre inventado entre ellos y que tenía tratado, días había, ponérseles por ventura por las marañas que cada día se ardían en aquel ejército.....
Hay que recordar que montaña y maraña significaba la selva y Marañón puede venir de ese término, lo que nos daría como traducción el gran río de la selva y vale para cualquiera de los dos, Orellana o Aguirre.
Veamos de Simón lo que tanto ofende a Gumilla:
Simón tomo 1 pagina 252.
capítulo XVII de la primera parte, habla de la entrada de Ordás por el Orinoco hasta el río Meta.
....Salió de esta isla el Comendador Ordás y con buen tiempo y suceso llegó a las bocas del Drago, que entonces llamaban y aún hoy conserva el nombre el mar golfo dulce, que después le vinieron a llamar el río Marañón, dicho así por el tirano Lope de Aguirre y sus secuaces cuando desembocaron por él, comenzadas las traiciones que hicieron, como después diremos. Aunque este golfo Dulce descubrió el almirante don Cristóbal Colon el año de mil cuatrocientos y noventa y ocho, cuando dijimos había descubierto la isla Trinidad y le puso la Boca del Drago, por haberse visto en tan grandes peligros...
Y así aunque algunos dicen que nunca este río se llamó Marañón, sino otro que vacía en el mar más adelante al este, sin entrar en éste grande que llaman Marañón, la verdad es que ni éste ni aquél se llamaron Marañón, hasta que se le pusieron los de Lope de Aguirre, muchas leguas antes de entrar en el mar...
Simón tomo 2 pagina 219.
capítulo XXVI sexta noticia historial, sobre el viaje del tirano Aguirre.
Plantea la Duda de que salen por el Amazonas pero confirma ser el Orinoco más adelante al nombrar la cantidad de islas de su delta.
.....Hallo tanta variedad y equivocación en los autores, así de mano como impresos, acerca de dar este nombre Marañón, a este río, o al otro de quien tratamos largo, que por otro nombre llaman Orinoco, que no pudiéndome determinar cuál de los dos sea propiamente el Marañón, se quedará indeciso por mi parte hasta que otro lo escriba con mayor distinción. Y esta es la razón por qué también le llamo a aquél Marañón como a este...
Capítulo XXVI sexta noticia historial, sobre el viaje del tirano Aguirre.
....Poco antes que entra en la mar tiene tanta cantidad de islas, que certifican pasar de dos mil descubiertas cuando va algo bajo. Porque cuando crece cubre las más, o casi todas, en especial cuando la mar está en aguas vivas, porque entonces ninguna deja de cubrirse con tan gran ímpetu y bramido de los embates y golpes que el agua da en ellas, que afirman algunos oírse este estruendo de más de cuatro leguas..
EMPLAZAMIENTO DE LA ISLA MARGARITA.
Simón fundamenta su versión de Ursúa y Lope de Aguirre en la del padre Aguado y Herrera, pero es el primer y mayor detractor del Dorado.
En respeto a la fidelidad de la trascripción de la historia escrita por su antecesor entre los años de 1575 y 1590 es que remarca la confusión que dice tener en ese entonces sobre los ríos y el nombre Marañón.
La Condamine da a conocer al mundo la existencia del Brazo Casiquiare, pero su verdadero descubrimiento lo pueden ver en las siguientes imágenes en las que traspaso a ustedes los apartes de la obra: Ensayo para la Historia Americana de Salvador Gilij, que tocan al Casiquiare