FELIPE DE UTRE.
COMO EMPIEZA LA EXPEDICIÓN.
Aguado página 188. H V .....La Audiencia de Santo Domingo proveyó luego por gobernador de aquella provincia a don Rodrigo de Bastidas, obispo de ella, y por Capitán y Teniente general para que entendiese en las cosas de guerras y nuevos descubrimientos y en los negocios criminales a Felipe de Utre, caballero Alemán, deudo de la casa de los Besares, ..
...A esto se juntaba también que como Pedro de Limpias había con Fredemán andado aquella derrota de los llanos y había estado en el Nuevo Reino de Granada, en donde se tenia gran nueva y noticia de ciertas provincias hacia la parte del sur, que confronta con aquel Reino que ahora y aún entonces llaman El Dorado, daba noticia de ello y esperanza de meter a Felipe de Utre y a los que con el fuesen en la tierra rica de El Dorado, y como por su ancianidad y mediana experiencia en los negocios de descubrimientos y jornadas, era persona de mucho crédito, aumentaba el deseo a Felipe de Utre y la codicia al Obispo, que deseaba que durante el tiempo de su Gobierno se hiciese alguna cosa notable o memorable.....
Felipe de Utre había venido en la jornada de Espira en 1534 y repite la ruta cuando regresa con su propia expedición en 1541 hasta llegar a San Juan de los Llanos.
Con él se encuentra otro experimentado conquistador Pedro de Limpias; este fue capitán de Federmann en el viaje que culmino en la sabana de Bogotá, Limpias era conocedor de la región. Llegan a San Juan de los llanos y se enteran de que ha pasado Hernán Pérez de Quesada y el motivo de su viaje, se descontrolan, se apresura la marcha detrás de él y llegan al Papamene.
Aguado: De la segunda parte: libro tercero , capítulo segundo.
..hasta llegar a la provincia del pueblo de Nuestra Señora, (San Juan de los Llanos) donde deteniéndose allí para invernar y tomar más claridad de la provincia de El Dorado, halló rastros y vestigios de Hernán Pérez de Quesada....donde Felipe de Utre estuvo algún tiempo perplejo e indeterminable sobre si pasaría adelante siguiendo las pisadas de Hernán Pérez, pareciéndole que aquellos a quien la fortuna había metido por diversos caminos en la felicidad y prosperidad de aquel Nuevo Reino, los llevaba también por aquella vía y entregarles otras nuevas provincias mejoradas y más prosperas que las que habían dejado de entre las manos....porque consideraba con mucha razón Felipe de Utre y sus Capitanes que la gente que en el Nuevo Reino estaba no se movería a aquella próspera tierra si no fuese teniendo guías ciertas que sin andar vacilando de una parte a otra les metiesen en El Dorado, y por estas causas se determinó de seguirlos e ir en su alcance, pareciéndole que tierras donde tantas riquezas y naturales habían dicho algunos indios que había, que no seria tan corta ni angosta que él y sus soldados no cupiesen en ella con los demás que delante iban......
Simón tomo 2 pagina 15
..Pero atropellando éste y otros muchos que por instantes se les ponían delante, llegó a la provincia de Papamene, donde se alojó en un pueblezuelo que tenía alguna comida, para descansar e informarse mejor de la derrota que llevaba el Fernán Pérez..
Esta provincia de Papamene estaba ubicada al Sur-Oeste del Imperio Omegua, la región era conocida de Utre quien en compañía de Espira pasó un año en ella acampando un invierno. En esta segunda visita de Utre a la zona, se produce la traición a los Omeguas.
Allí se concierta la forma de como llegar y quién los va a guiar, en esta provincia de Papamene hoy en día existe un solo pueblo, pero es un pueblo que toda Colombia ha oído nombrar, la Uribe Meta.
Los Omeguas fueron escondidos y protegidos por las tribus situadas al Norte, Este y Oeste de su territorio, solo el Sur Oeste brindo acceso a ella, en Papamene le dicen a Utre:
Aguado: De la segunda parte: libro tercero , capítulo segundo
Esta provincia del Papamene, según muchos afirman, cae y está a las espaldas de la villa de Timaná, poblada en los nacimientos del río grande de la Magdalena. En este pueblo del Papamene hubo Felipe Dutre un indio principal, natural de aquella provincia, que parecía ser señor y bien acondicionado, y que en su lugar daba muestras de ser hombre de verdad, de quien procuró informarse y saber si la demanda y noticia que Hernán Pérez llevaba era cierta o no, y si ha debía él seguir o volverse, sobre lo cual Felipe Dutre hizo a este indio principal muy particulares preguntas con los intérpretes y lenguas que tenía.
El cacique o principal, entendido bien lo que se le preguntaba, respondió que no le convenía seguir la derrota que llevaba, porque por allí no había ningunas poblazones de gentes que tuviesen oro, por ser todo arcabucos y tierra muy mal poblada y muy áspera y quebrada, y que pocos días antes habían pasado por allí cierta cantidad de españoles o gente como ellos y que todos se iban muriendo por no hallar qué comer y de otras enfermedades que les daba, y que a lo que entendía por lengua de los indios sus vecinos, ya serían muertos todos, o los más....,
y que si Felipe Dutre iba en busca de gentes naturales y oro, que atrás los dejaban en muy mucha cantidad, que si de allí querían volverse que él los guiaría y les llevaría a ella. Y para confirmación de lo que decía, sacó ciertos nísperos de oro y plata y dijo que aquél los había traído de la tierra que él les había dicho, un hermano suyo que pocos días antes había venido de allá; y que para caminar por camino más derecho desde allí donde estaba, habían de ir en demanda de un pueblo de indios llamado Macatoa, poblado en las riberas del río Guaynare, de la otra banda de él, en cuya demanda, siempre que caminaban llevaban el pecho al Oriente, ladeados un poco sobre el hombro izquierdo, que es aquella parte que los mareantes llaman el sueste.
Simón tomo 2 página 16......que tenía por cierto que los cristianos que habían pasado por allí algunos soles había, se iban muriendo por falta de comidas y enfermedades que les venían de las destemplanzas de la tierra y que esto les perseguía , de manera que según sabia de algunos indios sus vecinos, serian ya todos o los más de ellos muertos, como también le sucedería a él y a su gente si seguía los mismos pasos, pero que si quería volverlos atrás hallaría como las deseaba las tierras llenas de gente, plata y oro, y que si se determinaba a volver el seria su guía .. habían de caminar en demanda de un pueblo llamado macatoa, poblado en las márgenes del río Guainare, para donde se va siempre caminando la frente al salir el sol, algo ladeados sobre el hombro izquierdo que era lo mismo que decir al Sudeste (?)
Aquí esta el error que envía a todos al actual Río Guaviare.
Estando en Papamene había que regresar, eso es volver al Norte.
Caminando al Oriente, el hombro izquierdo es Norte, no es SUDESTE.
Antes de continuar es importante conocer la ruta de Hernán Pérez de Quesada.
Las siguientes imágenes son la ruta y el texto que describe esa ruta suministrada por Antonio de Herrera y Tordesillas, Cronista del Rey.
Sigue la ruta de Felipe de Utre :
Aguado: De la segunda parte: libro tercero , capítulo segundo
.....Felipe Dutre, aunque diversas veces se informó de este principal jamás lo halló variable en lo que decía, no por eso le quiso dar crédito, creyendo que aquel bárbaro lo hacía por desviarlo de la demanda que llevaba Hernán Pérez o de otra alguna rica provincia que debía estar adelante, o de algunas poblazones de indios amigos suyos que en aquel camino debían estar, a fin de que ellos no fuesen a proveerse de lo necesario, y así prosiguió su camino por la vía que Hernán Pérez llevaba, llevando consigo al indio principal prometiéndole que dende a pocos días daría la vuelta e iría con él a donde le decía. Y después de haber pasado ocho días de aquellas montañas y sierras, viendo el principal cuán obstinados iban los españoles en seguir aquel perverso camino que los llevaba al matadero, dejolos una noche y volviose a su casa.
Los soldados, viéndose metidos en aquellas montañas y que iban enfermando y faltos de comida, pesoles de que Felipe Dutre siguiese aquella derrota y dejase de seguir la que el principal les había dicho, y aunque daban muestras al capitán de seguir de mala gana aquel desesperado camino, ninguna cosa les prestaba, porque iba Felipe Dutre tan metido y contumaz en seguir a Hernán Pérez que casi con esta su loca determinación daba a entender desear y buscar su propia perdición, como los demás que iban delante hicieron; pero al fin, después que vio que mientras más seguía aquel camino más se iba su gente atormentando y enfermando y padeciendo hambres y necesidades, dejolo de seguir y túvose a mano izquierda, porque Hernán Pérez siempre iba caminando y teniéndose a mano derecha, y apartándose algunas jornadas por la vía de mano izquierda que había tomado, vio una pinita o ramo de la cordillera que se metía gran trecho por los llanos adelante, que fue llamada la punta de los Pardaos, y creyendo ser aquella distinta y apartada sierra de la por donde iba, caminó a gran priesa, con su gente, para ella, porque según siempre le habían dicho el Dorado estaba en otra cordillera distinta de la por donde había caminado hacia la parte del Sur, y desque cerca llegó reconoció cómo era la propia cordillera de mano derecha y que no se remataba allí, sino que iba dando la vuelta sobre la misma mano derecha.
A esta sazón entraba ya el invierno y con facilidad no podía volver atrás, y así le fue forzoso irlo a tener a aquella parte de la cordillera dicha de los Pardaos, tierra muy estéril y enferma y de muy pocos naturales y esos tan brutos y bestiales en su manera de vivir que no hay nación en el mundo a quien en rusticidad y torpeza de juicios se pueda igualar, porque ellos comen carne humana, culebras, sapos, arañas, hormigas y cuantos viles y sucios animales produce la tierra. Toman estos indios un bollo de maíz algo tierno y pónense como osos encima del hormiguero, y moviendo ruido para que las hormigas salgan, cuantas pueden haber juntan con el bollo o pan y allí las están estrujando y amasan y se las comen, cosa cierto jamás oída hasta nuestros tiempos que otras gentes hagan, y cierto que tierra que tan bárbaras gentes, y más semejables a los brutos que otras ningunas, cría y sustenta, que no puede producir buenos aires ni vapores, porque aquí enfermó toda la gente a Felipe Dutre, y se paraban los soldados hipatos .....
Simón. tomo 2.página 18
....entendieron a las primeras vistas que le dieron por estar tan lejos de la otra cordillera, que era distinta de ella, conque entraron mas en codicia del camino de su demanda porque según siempre le habían dado las noticias, la provincia del fingido dorado o aquella rica que iban a buscar, estaba en otra cordillera distinta de aquella que todos habían seguido derecho al sur.....
Llegaron con estas buenas esperanzas cerca de ella y reconociendo era ramo de la misma que habían traído.. volvió a cubrirlos la misma melancolía que poco antes traían, en especial viéndose, cuando llegaron a la punta, metidos dentro de las aguas del invierno..
En la Macarena estuvieron pasando el invierno varios meses, se regresan a San Juan de los Llanos a buscar provisiones y dejar los enfermos.
Los nombres de los ríos cambiaban de acuerdo a las provincias donde se encontrara cada expedición por significar diferentes cosas en las distintas lenguas.
De la Uribe o de San Juan de los Llanos al oriente solo hay un río que impida el paso, el río Aríari.
Este río fue llamado por el mismo Aguado, Ariari, Oriare, Guainare como vemos arriba en el capítulo segundo y Guaviare en este, el Ariare y Guaviare fueron considerados un solo río hasta el Orinoco, la siguiente imagen del final de la ruta les deja ver el porqué Aguado y otros cronistas de distintos siglos tenían esa opinión: ver en este Menú: Nicolás de Federmann.
Fray Pedro de Aguado, de la Segunda parte, Tomo 3, Capítulo cuarto
Cómo dejando Felipe Dutre los enfermos en el pueblo de Nuestra Señora se partió con cuarenta soldados en demanda del Dorado. Cuéntase lo que en el campo le sucedió hasta llegar a cierta poblazón que estaba cerca de la tierra de los omeguas.
Después de haberse holgado y descansado algunos días Felipe Dutre en el pueblo de Nuestra Señora, y haberse bien informado de algunos indios que por allí se tomaron, sí era cierta la noticia del pueblo que en el Papamene le habían dado a la cual llamaban los naturales de aquel pueblo Guagua, y los del Papamene, omeguas, que casi corresponde con la que Orsúa tuvo en el Marañón, llamada Omegua, hallando ser cierta y que todavía le afirmaban y confirmaban la prosperidad de aquella tierra, dio la vuelta sobre la punta de los Pardos, de donde se había retirado a dejar en buena parte sus enfermos y reformar sus jumentos; y llevando consigo cuarenta hombres, y con ellos a Pedro de Limpias, que demás de ser hombre venturoso y mañoso y de buen conocimiento en cosas de indios, habíase dado a aprender las diferentes lenguas de aquellos bárbaros, las cuales entendía medianamente, comenzó a seguir por la derrota que los indios le habían dicho, y aunque pasando por raras poblazones, siempre de los indios que podía haber se procuraba informar dónde estaba el pueblo llamado Macatoa, y si para ir a él llevaba buena derrota por donde iba. Los indios, no apartándole ni estorbándole punto de su camino, por parecerles que iba a tierra donde más no volvería, y que con miserables muertes que los omeguas les darían, se vengarían de los daños que sus comarcanos y vecinos habían de españoles recibido, siempre les encaminaban la vía derecha al río de Guaviare, en cuyas riberas estaba poblado Macatoa, por quien iba preguntando. Caminando siempre por camino llano, alto y enjuto que por pocas partes de aquellos llanos se suele hallar ni se ha hallado, sin sucederles ningún contraste ni infortunio, dieron dende algunos días que habían caminado, en el río llamado Guaviare, el cual es río caudaloso y muy hondable y algo furioso y que si no es en canoas o nadando no se puede pasar, lo cual tenían Felipe Dutre y sus soldados necesidad de hacer, porque de la otra banda estaba el pueblo en cuya demanda iba.
Anduvieron algún rato por las riberas de Guaviare, buscando si hallarían vado por do pasarlo o indios que los pasasen, y lo uno ni lo otro pudieron topar, más de solamente un indio que acaso andaba pescando o mariscando por aquella ribera, al cual, después de haberle preso, con halagos que le hicieron y buenas palabras que le dijeron, le aplacaron de la ira y coraje que en verse en poder de gentes para él tan espantables, había cobrado; y dándole a entender el poco daño que le habían de hacer, le preguntaron a qué parte estaba el pueblo llamado Macatoa. El indio, como era natural de por allí y sabía y conocía bien aquella tierra, ......
El indio se fue con su embajada la vuelta de Macatoa, y llegado allá la debió de dar muy cumplida, según pareció, porque otro día siguiente vinieron a donde Felipe Dutre estaba, noventa indios en canoas acompañando a un hijo del señor o principal de Macatoa, .....Otro día de mañana envió el señor de Macatoa cincuenta indios cargados de maíz y pescado y carnes de venado y caçabe a los españoles y a su general, y les envió a rogar que se fuesen a descansar a su pueblo, que se holgaría mucho de verlos allá; y como el general y los demás tuviesen deseo de ver aquel principal; luégo se partieron todos juntos para el pueblo de Macatoa, el cual hallaron desocupado de sus moradores porque en él se alojasen los españoles, y toda la gente del pueblo, que serían cuatrocientos vecinos, se habían alojado un tiro de arcabuz de allí, ribera del río Guaviare..
Era este principal un indio bien apersonado, de mediano cuerpo, y alegre y liso de rostro, de muy amigable y noble aspecto, no viejo, sino que al parecer tendría de treinta y seis o cuarenta años. Sus indios eran gente crecida y lucida, aunque desnuda, de nación guaipes, que por otro nombre son dichos guayupes. Tenían estos indios el pueblo limpio y bien aderezado y muy proveído de comidas de todas suertes, de las que ellos usaban, y muchas hamacas, en que los españoles durmiesen...
Felipe Dutre, con sus intérpretes, luégo tomó la mano en informarse de este principal y señor de Macatoa de la tierra del Dorado, en cuya demanda iba, y en cuatro días que allí estuvo descansando, su principal ejercicio era éste, variando en sus preguntas, por ver si el indio variaba en sus respuestas; el cual decía que junto a cierta cordillera que en días claros de allí se divisaba, había grandísimas poblazones de gentes muy ricas y que poseían innumerables riquezas; que le parecía que no debía ir a ellas con tan poca gente como llevaba, porque por muy valientes que fuesen, la muchedumbre de las gentes donde iban los consumirían y acabarían muy presto. El general, como iba determinado a no dar la vuelta sin ver el principio de la tierra, pidió guías al cacique para proseguir su viaje, el cual se las dio; porque para llegar a otra poblazón de indios amigos suyos había ciertas jornadas de despoblado, le dio otros muchos indios cargados de comida para el camino, con los cuales se partieron los españoles, y siendo guiados por unas sabanas o campiñas rasas y sin camino, porque de industria eran llevados por allí, a fin de apartarlos de ciertas poblazones que ribera del río Guaviare había, donde podían recibir daño. Y después de haber caminado nueve días de despoblados llegaron cerca del pueblo amigo del señor de Macatoa, a quien los nuestros iban recomendados para que les hiciesen buen hospedaje y los guiasen adelante. Las guías que los españoles llevaban, ya que estuvieron obra de dos tiros de arcabuz del pueblo, de suerte que los moradores de él se empezaban a alborotar para tomar las armas, dejaron a los nuestros a que se alojasen allí donde estaban, y ellos fuéronse al pueblo a dar noticia de la gente que era y la derrota y demanda que llevaban, y a sosegar los alborotados ánimos de aquellos bárbaros que con la vista de los nuestros estaban ya con las armas en las manos para salirles al encuentro.
Capítulo Cinco
En el cual se escribe cómo siendo guiado Felipe Dutre de cierto principal del pueblo arriba dicho, llegó al principio de la tierra del Dorado, donde fue herido él y otro capitán, y de allí dio la vuelta al pueblo de Nuestra Señora.
Dende a poco tiempo que las guías estuvieron en aquel pueblo sosegando la gente y dándoles cuenta del efecto a que los españoles iban, se volvieron a donde Felipe Dutre estaba alojado, y le dijeron cómo dejaban quieta aquella gente y al principal o señor de aquel pueblo en su amistad, y que él les daría guías y todo recado para proseguir su viaje desde allí adelante hasta llegar a la tierra; y pues ellos no tenían más que hacer, les dejase volverse a su pueblo de Macatoa. El general les agradeció lo que habían hecho, y les dio licencia que se volviesen, los cuales luégo lo hicieron.
Este propio día le vino a visitar el señor o cacique de aquel pueblo con ciertos indios cargados de comida y a saber más por extenso los desinos de los españoles, los cuales les fueron muy particularmente declarados; y entendiéndolos el indio mediante los intérpretes que Felipe Dutre llevaba, estando admirado y espantado de ver aquella nueva manera de gente vestida y barbada y que caminaban en sus jumentos o caballos, de cuya terrible vista no menos se maravilló, se dice que les cobró tanta afición y amistad, que mostró gran pesar de verlos tan obstinados en querer pasar adelante, porque le parecía que no sólo no serían parte para volver atrás si una vez entraban en aquella tierra en cuya demanda iban, pero que miserablemente habían de ser muertos y despojados de lo que llevaban, por la belicosa gente de aquella provincia. Dioles asímismo entera relación de la gente de aquella tierra, diciendo ser innumerable y gente vestida, y que usaban traer cubiertas sus carnes y que tenían ciertos animales que según figuraron ser como las ovejas que los indios del Pirú tienen y tenían, y otros géneros de aves como pavos y gallinas de papadas; y algunos quisieron afirmar que les habían dado por noticia estos indios que los otros del Dorado poseían o tenían ciertos animales crecidos que afirmaban ser camellos, mas esto no tiene ninguna similitud ni apariencia de verdad. Lo que más contentó a los nuestros fue la mucha cantidad de oro que les decían que tenían, y pueblos muy recogidos; y visto por este principal que sus persuasiones no eran parte para estorbar a Felipe Dutre que no pasase adelante, dijo que él en persona le llevaría y guiaría hasta el principio de la tierra, porque gustaba mucho este bárbaro de ver andar los españoles encima de los caballos y de verles jinetear y hacer mal, y por sólo esto se movió a acompañarlos por aquella llana tierra.
Después de haber descansado Felipe Dutre con sus compañeros tres días en aquel alojamiento, se movió para pasar adelante, y llevando en su compañía aquel principal, con obra de cien indios que llevaban comida y algunas baratijas de los españoles, caminaron cinco días por muy seguidos y anchos caminos, aunque por allí parecía la tierra inhabitable, y al último día, bien temprano, dieron en una casería de hasta cincuenta bohíos, en los cuales había gente, y preguntado aquellos naturales que quiénes eran aquellos, dijeron que allí se recogían los indios que tenían cargo de guardar las labranzas o sementeras de los pueblos de adelante, los cuales, en sintiendo los españoles, luégo comenzaron a huir.
Desde este lugar se dice que así el general como todos los demás que con él iban, vían bien cerca un pueblo de disforme grandeza, tanto, que aunque estaban bien cerca no le vían el cabo, todo junto y puesto por su orden, en medio del cual estaba una casa que en grandeza y altura sobrepujaba mucho a las otras; y preguntando a aquel principal que por guía llevaban, qué casa fuese aquella tan señalada y eminente entre las otras, respondió ser la casa del principal o señor de aquel pueblo, llamado Quarica, el cual, aunque tenía ciertos simulacros o ídolos de oro del grandor de muchachos, y una mujer, que era su diosa, toda de oro, y poseía otras riquezas, él y sus vasallos, que eran muchos, había más adelante muy poco trecho otros principales y señores que en número de vasallos y en cantidad de riquezas y de ganados excedían a aquél y a su gente; y que aunque de allí para delante no habían menester guías que los guiasen, porque siempre, si los dejaban vivos, andarían y caminarían por grandes poblazones, pero que para mejor se informar de la riqueza de aquellos omeguas, que así dijo llamarse aquella gente, procurasen tomar un indio de los que de aquellos bohíos habían salido, para que mejor los advirtiese de todo, porque él se quería volver a su pueblo sin pasar de allí.
A esta sazón se hallaron a caballo el general Felipe Dutre y otros que los tenían, y corriendo tras los indios ninguno pudieron alcanzar, excepto el general y un capitán Artíaga, que iban juntos y por llevar buenos caballos iban en alcance de dos indios que llevaban dos lanzas o dardos en las manos, los cuales viendo que ya los dos de a caballo les iban en el alcance, se volvieron contra ellos y empleando muy bien sus lanzas hirieron con éllas a los dos capitanes en un mismo lugar, entre las costillas debajo del brazo derecho, y quedando con esto victoriosos, sin recibir daño ninguno, se fueron derechos a su poblazón.
Juntose luégo Felipe Dutre y Artiaga con la demás gente, los cuales viendo aquel desgraciado subceso, casi cortados, estaban perplejos e indeterminables en lo que harían. Asímismo, el cacique que los había guiado hasta allí, viendo el mal principio que habían tenido, estaba temeroso si acudirían luégo las gentes de aquellas provincias sobre él y los españoles y los matarían a todos, y decía que dignamente merecían perecer y ser muertos allí todos, pues menospreciando su consejo y parecer se habían querido meter en aquella agonía y trabajo.
Ya a esta sazón estaba en el pueblo grande que delante tenían la nueva de cómo habían llegado allí los españoles, donde sonando grandísimos estruendos de atambores y fotutos y alaridos de indios, parecía que algún tempestuoso ejército se movía y venía sobre los nuestros. Con esto llégo la noche, que fue como muro y defensa puesto para guarda y amparo de los españoles e indios que con ellos estaban; porque cargando en hamacas los indios amigos a los dos capitanes heridos, dieron la vuelta, caminando toda la noche y el día siguiente sin parar hasta que llegaron al pueblo de do habían salido, donde luégo dieron orden en curar los heridos que hasta entonces no se habían curado. ...
... aunque los nuestros se retiraron, no por eso se habían sosegado, mas juntando cantidad de quince mil indios, que antes más que menos les parecieron a los nuestros, vinieron en su seguimiento y alcance....,
.. puso los españoles armados en concierto, y saliendo al encuentro a los omeguas que venían divididos en diversos escuadrones y armados con lanzas y rodelas, les arremetieron con muy buen ánimo con la gente de a caballo,...
..Pasados pocos días, Felipe Dutre determinó dar la vuelta al pueblo de Macatoa, y de allí al de Nuestra Señora; .... dioles la comida que era menester e indios para que la llevasen, y encaminolos por do habían venido.
Felipe Dutre caminó por los despoblados por do había ido, y como caminaba sin camino y los indios y guías que traía se le huyesen y le dejasen en el camino, fue a salir a las riberas del río Guayare, más arriba de do estaba el pueblo de Macatoa, y reconociendo la tierra, y paraje donde estaba y que aquel pueblo quedaba atrás, envió a él a Pedro de Limpias para que hiciese subir canoas el río arriba para que le pasasen de la otra parte. Limpias lo hizo así, que volviendo otro día con abundancia de comida y canoas, pasó el río Guaviare. Prosiguiendo su camino llegó al pueblo de Nuestra Señora, donde había dejado sus enfermos, después de haber tres meses que se había apartado e ido en demanda del Dorado.
En casi todos los escritos posteriores a Simón sobre el Dorado y algunos mapas de los siglos pasados lo ubican en los departamentos de Guaviare, territorios venezolano y brasilero. La existencia de las serranías de Guaviare, ya conocidas desde esos tiempos, desviaron hacia ese lugar las expediciones y a los posteriores investigadores.
Herrera buscaba el Meta, Sedeño entra en los llanos Venezolanos buscando el río Meta específicamente, Silva, Montalvo de Lugo y Ortál buscan también el Meta.
Las serranías del Guaviare existen y son muy hermosas, pero es "selva brava" En la relación de la tierra que camino Utre no hay una sola relación de bosque, animales, guacamayas, nada.
Veamos lo que se dijo de esta expedición y datos varios que confirman la ruta expuesta:
Fuentes Documentales para la Historia del Nuevo Reino de Granada. Documento 1065.
Juramento de Juan Rodríguez, 24 de octubre de 1576.
.....A la quinta pregunta dijo que puede haber diez y ocho años o veinte, poco más o menos, que este testigo salió de este Nuevo Reino de Granada con un capitán llamado Joan de avellaneda a poblar un pueblo que hoy día está poblado, que se llama San Juan de los Llanos. Y andando en la conquista de esta tierra, tuvo grandísima noticia de los Llanos adentro,...
..Y que así mismo vio este testigo un águila de oro que el dicho indio traía, que tenia siete cabezas de un oro muy fino que tiraba de puro fino a verde; la cual águila pesaba hasta cincuenta y cuatro o cincuenta y cinco pesos. Y preguntado el dicho indio que de donde traía aquella pieza con otras que rescataron los soldados secretamente dicho indio dijo que de la tierra adentro a donde había otras sierras como estas de este Nuevo Reino, las cuales sierras de este nuevo Reino se parecían de donde este testigo y los demás estaban, y que en aquella tierra había muchos señores y que sobre todo había uno que se llamaba Coarica, el cual le traían en unas andas los dichos indios, y que había grandes pueblos y muchos, y que había pueblos de tan gran grandor que tenia un hombre que andar todo un día en él ....
Y que a este testigo le dijo un Joan Martín de Albercon, amigo de este testigo y soldado muy viejo en estas Indias de más de cuarenta años, el cual había andado con un capitán llamado fulano de Limpias, que andando buscando y descubriendo tierras nuevas de los dichos Llanos, había topado unos indios, los cuales le habían dado grandísima noticia de grandes riquezas y mucha gente la tierra adentro de la otra sierra, ....que el dicho Limpias, estando en el paraje de San Juan de los Llanos, se había echado a descubrir la dicha noticia en compañía de un capitán Phelipe De Utre, y al cabo de ciertos días que partieron del dicho San Juan de los Llanos, que este testigo no supo que tantos días por que no se acordar, habían andado en la otra sierra y dieron en tan gran cantidad de gente, que sin entrar en la tierra gruesa adentro, les habían dado tan grandes guazábara que les hicieron huir, y que habían visto grandísimas poblaciones en tanta manera que quedaron admirados. Y visto esto se habían retirado, y el dicho capitán Limpias se vino a este Reino, donde con grande instancia él y los soldados que con él vinieron procuraron juntar de gente para la dicha población. Y por haber poca gente en este Reino en aquella coyuntura no se pudo efectuar. Y con esta ansia murió el dicho Limpias, el cual antes que muriese dijo tantas cosas de la dicha tierra que era admiración....
Las serranías del Dorado eran áridas, la tierra parecía inhabitable, para llegar a ellas el terreno es llano; las serranías que encierran el río Manacacías y Metica llenan todos los requisitos para la vida de una gran nación.
En este punto es relevante hacer notar que la definición de El Dorado o Sierras de Sur que titula Aguado, debía ser desconocido para los misioneros Jesuitas del siglo XVIII, ya que en esos tiempos los manuscritos del franciscano Aguado no estaban publicados y posiblemente olvidados en el archivo donde fueron encontrados y editados parcialmente por primera vez en 1906.
Caulin, Gilij, Rivero, etc., son detractores apasionados de El Dorado exceptuando a Gumilla; Este vislumbra la altura o lo elevado del lugar de las 50 casas adonde llega Utre, (...desde un alto competente...) pero es un ferviente creyente de la ubicación de él hacia el Sur: en el Airico ( selva grande )
Existen a su vez en la desembocadura del Meta al Orinoco un núcleo de tierras altas muy conocidas de conquistadores, exploradores y misioneros.
Las costumbres religiosas, mitos y prácticas de enterramiento de las tribus circunvecinas a la localidad Omegua y culturas afines son importantes para no estar desprevenidos en los hallazgos que se suscitaran en la serranía . Es probable, dada la relación que van a encontrar en lo que queda de este escrito, que la única huella de su existencia consista en los cimientos de las viviendas. Entonces el legado será el suelo que protegió esta mágica cultura.