EDITORIAL DE ARTE Y ARQUEOLOGÍA

Primero de Agosto 2012.

Las fotografías que se pueden apreciar en Google Earth sobre la franja de terreno que ocupó la Cultura Omegua en el departamento del Meta eje central de Esta Web, me llevan a actualizar esta Editorial que estuvo quieta varios años.

Hoy tengo informes de hallazgos fortuitos de cultura precolombina en esa zona, pero creo que la legislación sobre protección al patrimonio cultural condena a muerte los posibles yacimientos arqueológicos que puedan existir en ese territorio.

A la Ley que expropia, paraliza los trabajos de empresas y contratistas a su antojo ningún particular la acatará, ninguna empresa la puede obedecer, ningún profesional en la materia la respetara, ningún estado la puede defender, hay mucha perdida y: (riqueza de por medio).

En estos años transcurridos desde que di a conocer mis inquietudes en la red he tenido varios contactos oficiales, semioficiales y particulares para emprender exploraciones, a las dos primeras les he respondido lo mismo, sin que exista una compensación del estado (al dueño natural, el del suelo) por los objetos recuperados no intervengo en nada, según mi parecer el estado está en esa obligación, a la particular no, lo lamento.

El último intento por sacar adelante esta cultura fue hace varios años. Me dirigí a las autoridades pertinentes buscando la prueba física de ese Imperio pero quería que esa prueba fuera levantada de manera profesional, científica y legal. En ese entonces tenía a dos dueños de tierra (en la zona donde hoy se levantan las gigantescas plataformas petroleras) bien dispuestos a llevar adelante esa investigación con los mismos parámetros, financiación para pagar dos Arqueólogos, un Geólogo, diez obreros y todas las ganas del mundo para trabajar sin parar, (tengo bastante experiencia, levante los hipogeos Sutagaos y conozco todos los recursos de los guaqueros para hallar los depósitos), la respuesta obtenida para conseguir los permisos de exploración fueron garantizar un contrato de trabajo de dos años mínimo para los profesionales que el instituto designara, (no llegué al monto del salario) garantizar el presupuesto para los análisis y pruebas de laboratorio que se requirieran, el del personal de mano de obra, herramienta, y maquinaria si fuera necesaria, en fin una fortuna, ¿Que obtendría el dueño de tierra y el inversionista pregunte?, respuesta: Nada. Tienen huevo, les contesté y perdonen la expresión, pero la sostengo.

Viendo los formatos a llenar para las solicitudes de exploración arqueológica en cualquier lugar del país, Arqueólogo, empresa o ciudadano se desarma, no es la primera vez que toco el tema de la Ley, he escrito a las autoridades pertinentes sobre nuestra legislación, de ese escrito trascribo estos apartes a ustedes como aclaratorio del dilema:

........Los constructores de vías, de viviendas, de obras en general, los propietarios de finca y los campesinos no informan sus hallazgos (Los empapelan, se detienen las obras, perdidas enormes pagando brazos caídos en hombres y máquinas, grandes mordidas en sus presupuestos, multas y términos de conclusión de obra sin cumplir, etc) El mayor temor de la ciudadanía es la llegada de los arqueólogos del estado a sus terrenos (o a obras públicas y privadas) ........,

....... Es de la naturaleza del hombre el buscar el tesoro, es contra la razón y la ley primaria que es la natural donde prima la costumbre y la tradición. Si se hunde el tractor o la pala, si ve una luz alumbrar, el hombre excava, seguro que no llama al instituto, o lo meten preso o lo regañan. Algunas personas muy cultas y otras muy humildes lo han hecho, los que lo hicieron diría yo un noventa por ciento de ellas maldicen su patriotismo, de esto también hay constancia en los informes publicados por el Estado, los que pueden, sacan a los arqueólogos de sus terrenos y los humildes se aguantan.......  

Sobre los territorios centrales del Imperio que pretendí explorar no hay tractores ni palas, tampoco quien vea la luz alumbrar, hay bulldozer, retroexcavadoras, dragas, taladros, tractomulas gigantes, y toda la maquinaria pesada que se puedan imaginar, las multinacionales ni se van a enterar sobre que suelo están trabajando, un operario de bulldozer al que la cuchilla le saque unos tiestos no para, rápido la entierra más profundo a ver que saca y después tapa, téngalo por seguro que no informa al ingeniero y si este se entera, que creen ustedes que haga?, ¿si la cosa avanza y llega Instituto o Universidad que pasa?,  

DE LA EDITORIAL ANTERIOR:

Nuestro motor cognoscitivo casi siempre despierta cuando hemos alcanzado la madures racional-intelectual y como adultos ya nos desenvolvemos en otras actividades ajenas a la ramas de las Ciencias Humanísticas o de las Sociales, según el País (Filosofía, Antropología, Historia, Literatura, Arqueología, etc).

Para quien carece de Título en algunas de estas ramas, la liberación del conocimiento y confirmación de sus conclusiones (producto de años de investigación, mucho sacrificio y dedicación), son bárbaramente restringidas y repudiadas por las entidades responsables de las mismas ante los diferentes gobiernos de estas nuestras tierras, estas entidades desestiman nuestros esfuerzos sin llevar las cuentas de que la mayoría de los resultados obtenidos en estas materias son logros de personas no tituladas en ellas y superan ampliamente los resultados obtenidos por los Profesionales que acreditan como tales.

El motivo de esta disparidad no es otro que los dones con los que nacemos, de la intuición, percepción, creatividad, etc.. Además, la lógica, razón, inteligencia, etc. Dones del cerebro o del alma no importa, lo que es claro es que no compete sobre ellos potestad, manejo o administración de los hombres, por eso son
llamados dones y virtudes del Espíritu Santo, no adquiribles mediante ningún título académico, por más que los estados se pretendan ser capaces de inculcarlos.

La gran mayoría de las restricciones nacen de la Ley sobre conservación y patrimonio. Es claro que las actuales leyes de patrimonio a nivel mundial están motivadas para la protección del mismo, combatir y eliminar el saqueo de reservas naturales, de tumbas y lugares arqueológicos, prehistóricos, etc.

Estas actividades en su gran mayoría se practican por personas muy incultas y de bajos recursos para las cuales el único motor es el obtener unos pesos a través de escamotear los objetos encontrados en esos lugares cuando son arqueológicos, esto también lo aplican desgraciadamente y dolorosamente muchos de los profesionales acreditados, a los que
la ley concedió la exclusiva de este delito, sin pruebas ni cargos, pues, no concibe en su letra la fiscalización de sus actividades.

La ley tampoco contempla la obligatoriedad a comprobar las denuncias que se susciten en la materia suficientemente sustentadas y menos de menos apoyar y estimular las investigaciones privadas que se desprenden de la causal expresada arriba.

¡
HASTA CUANDO! Tenemos que esperar por un amparo de la Ley para alcanzar el reconocimiento y culminación de la investigación, pues lo que tenemos es: el plagio inmisericorde de las mismas, el escarnio público que llega a afectar el resto de actividades a las que nos dedicamos y el dolor de comprobar el dolo en lo tocante a nuestra historia en toda su extensión, sostenido por los Doctorados adscritos al continuismo de perezosas, complacientes y manidas Academias, que se sostienen amparadas en:"la falta de prueba" .

¿Pero qué prueba es la que falta?.

La que
NO ESCONDE y produce el "INTRUSISMO PROFESIONAL", caballito de batalla esgrimido para zanjar las discrepancias que se suscitan en los distintos campos con personas no tituladas, no obstante contengan sus manifiestos las suficientes pruebas de soporte, bibliografía, documentos, citas referencias y en muchísimos casos contundentes pruebas materiales que se desechan por"ser dudosa su procedencia"

Gilda Mora